Hacía ya tres años que Kalera desempeñaba el papel de perfecta secretaria para Duncan Royal; sólo había una mancha en su perfecta relación de trabajo: un desliz que no duró más que una noche, algo que nunca debió suceder y que ambos se esforzaban por olvidar. O, al menos, eso creía ella...
Sin embargo, Duncan Royal seguía cautivado por aquella noche de increíble pasión, y deseaba, en secreto, que su relación se extendiera más allá del horario laboral. Solía obtener a cuantas mujeres se proponía, de modo que, a partir del momento en que Kalera le anunció su compromiso con otro hombre, se vio dominado por una sola obsesión: lograr que Kalera acudiera a su cama una vez más, pero esa vez para siempre.