Sin ataduras. Sin reproches. Sin vuelta atrás.
No creía que él pudiera desearme. Y no iba a liarme con él, sobre todo después de lo que había oído. Alex Kennedy era alto, moreno e increíblemente guapo, pero yo ya había sufrido un gran golpe. Cuando le pedí que posara para mí, no esperaba que la sesión fotográfica se volviera tan apasionada. Y cuando cruzamos esa línea, nuestros cuerpos no fueron lo único que quedó expuesto.
Sin embargo, no podía entregarle mi corazón a un hombre tan poco… convencional. Su último encuentro sexual había sido con otro hombre… Ya era suficiente que mi exprometido fuera gay; yo no podía correr ese riesgo otra vez, por mucho que mi cuerpo anhelara las caricias de Alex. No podía arriesgarme, pero tampoco podía resistirme…
Alex podía ser muy convincente cuando deseaba algo.
Y me deseaba a mí.